Tierra, polvo y calor son parte de las entrañas del distrito de Pachacámac, Lurín. Las personas que lo visitan, llegan con ropa deportiva y equipo de caminata para recorrer su vasto territorio y explorar la belleza de sus lomas. Belleza que va acompañada, de montes verdes, piedras históricas, escaleras improvisadas, vizcachas durmiendo y caracoles por doquier. Pero Pachacamac, no es solo sus lomas o la gente que lo visita. Hay más en el que hay para entender y un grupo de personas lo saben muy bien. El nombre de este grupo es el Laboratorio D-Lab Innovación Inclusiva de la PUCP y que viene desde hace un par de años, ayudando a los habitantes de la comunidad que no poseen un adecuado sistema de agua y alcantarillado. Problema que ha desencadenado una serie de eventos trágicos como el incremento de enfermedades y la disminución de calidad de vida de la población.
Un ejemplo de ello es el caso de Pilar Huaranca Mayures, quien posee su propia empresa de mototaxis como principal solvento económico, aunque gran parte de este dinero ha estado destinado al pago de construcción y mantenimiento de un silo para ella y su familia por años. Un silo, que no solo es costoso y anti higiénico sino, lamentablemente, necesario en un entorno donde no es posible instalar el común baño de arrastre hidráulico que muchos de nosotros usamos y que jala una excesiva cantidad de agua por vez, llegando a rozar los 6 litros. Un desborde de consumo, que es hoy más un lujo que un servicio del cual no todos pueden gozar.
Ante esto, las esperanzas de Pilar por tener una calidad de vida adecuada eran cada vez más mínimas y ya se había adaptado a ello, sin saber que esto pronto iba a cambiar. Hace dos años, tocaron su puerta y le ofrecieron una nueva oportunidad. No era el estado ni alguna empresa de agua, era un grupo de profesores y alumnos universitarios quienes le ofrecían su ayuda. Así nació SANILAB, proyecto tecnológico e innovador que se basa en un baño portátil seco que almacena las heces y orina que luego de ciertos procesos son reutilizadas como abono, beneficiando así la producción y comercialización de alimentos y mejorando la salud y condición de vida de cientos de personas.
Pilar, fue parte de las primeras familias que pudo probar este proyecto, y tras dos años de constantes visitas y mantenimientos, sonríe más que la primera vez que conoció a D-Lab, no solo muestra su bienestar sino también su gratitud. Abraza a Raúl, CEO de D-Lab, e invita comida a los voluntarios.
“SANILAB me ha ayudado porque es mucho más económico que un silo o un baño normal, ” comenta Pilar mientras la entrevistan. Es así que incrementa sus ahorros para mantener a su familia haciendo frente a las alternativas tradicionales de saneamiento y optando por una menos costosa e innovadora. Casi todas las semanas, recibe visitas del grupo de voluntarios que evaluúan el estado del proyecto y conversan para su mejora.
Así D- Lab demuestra que hay gente dispuesta a ayudar, que viene de todas partes, desde alumnos que estudian comunicaciones hasta profesores que enseñan en facultades de ingeniería.
D- Lab nace con el objetivo de empoderar a poblaciones vulnerables de zonas urbanas y rurales del Perú para mejorar su calidad de vida mediante la investigación y desarrollo de proyectos sostenibles de tecnologías de bajo costo. SANILAB es uno de ellos y ha demostrado sus beneficios en la comunidad de Pachacamac, distrito al cual las personas de todo el país llegan para conocer la belleza de sus lomas, olvidando que al otro lado de estas hay notables carencias.
La empatía es lo que mueve la búsqueda del bien común en el mundo, y es lo que promueve la creación de grupos como D-Lab. Así que la próxima vez que usemos el sanitario, no olvidemos que poseemos suerte de tener uno. Pero tampoco hay que olvidar que aún estamos al alcance de ayudar a otros para lograr grandes cambios que no solo darán un impacto en nuestra vida, sino también en la de ellos.