Han pasado más de 95 años desde que se descubrió que Andrómeda no era una nebulosa, sino una galaxia. El diario New York Times publicaba 23 de noviembre de 1924 una nota en la que se relataba que Edwin Powell Hubble había confirmado que las nebulosas eran en realidad galaxias.
Edwin Powell Hubble, considerado el padre de la cosmología observacional, fue uno de los más importantes astrónomos estadounidenses del siglo XX. Los primeros trabajos de Edwin Hubble en el observatorio del Monte Wilson se centraron en el estudio de lo que entonces se conocía como nebulosas, las cuales, en ese entonces, se creían formaban parte de nuestra galaxia.
Sus primeros estudios de Andrómeda se remontan a siglos antes, cuando astrónomos árabes, en el siglo X, la denominaban como una “mota de polvo”. Para el siglo XVII, Andrómeda formaba parte de la lista de primeros catálogos de objetos como el de Messier. Muchos años después, Andrómeda continuaba siendo estudiada por distintos astrónomos. Uno de ellos fue Heber Curtis, quien descubrió en 1917 una nova genuina en Andrómeda. Se tuvo la suposición desde el inicio que se encontraba a 500 000 años luz, generando la hipótesis de que no eran nebulosas sino galaxias propiamente dichas.
De esta manera, en 1920 se inicia un debate, entre Curtis y Harlow Shapley, por demostrar que se trataba en realidad de una galaxia y no una nebulosa. Dicho debate finalizó cuando Edwin Hubble encontró estrellas cefeidas en fotografías de Andrómeda, demostrando que tales objetos eran en realidad galaxias. De este modo la "nebulosa de Andrómeda" pasó a llamarse como la "galaxia de Andrómeda”. Fue el 23 de noviembre de 1924 que esta noticia de hacía oficial.
Las observaciones de Hubble, de ese entonces, señala la NASA, sugirieron que el universo está en expansión, con miles o millones de galaxias alejándose la una de la otra, y desataron muchas indagaciones y teorías, como por ejemplo, la del Big Bang.
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