Galileo fue el pionero del método científico experimental y el primero en utilizar un telescopio refrector, con el que hizo importantes descubrimientos astronómicos.
Nació el 15 de febrero de 1564 en la ciudad de Pisa, en el seno de una familia de comerciantes. A los diez años de edad, sus padres se trasladaron a Florencia, dejándolo al cuidado de un vecino religioso que acabaría introduciéndole en la vida eclesiástica. Pocos años más tarde, tan pronto como se enteró; su padre, un hombre no muy devoto, sacó a su hijo del convento en el que se hallaba y lo inscribió en la Universidad de Pisa para que estudiara medicina.
El joven Galileo, sin embargo, no encontró en la medicina su vocación. Además, su poca tolerancia hacia la autoridad, la ignorancia y la falta de espíritu crítico de sus profesores, le condujo a abandonar la universidad a los 21 años y a centrarse en su verdadera vocación: la física. Con 25 años, tras hallar algunos importantes descubrimientos en el campo de la mecánica, consiguió una plaza de profesor de matemáticas en la Universidad de Pisa. A partir de ese momento, comenzó a compaginar la docencia con la investigación y la invención de nuevo instrumental científico.
En 1609, un antiguo alumno le hizo saber de un nuevo descubrimiento holandés que cambiaría su vida para siempre: el monocular. Galileo construyó su propio telescopio, superando en poco tiempo la resolución y posibilidades del instrumento original. El éxito de sus telescopios no solo le reportó fama por toda Europa y un puesto vitalicio en la Universidad de Padua, gracias a ello, comenzó a observar los astros y aglutinar pruebas que acabarían apoyando la teoría heliocéntrica que Nicolás Copérnico formuló un siglo antes.
En 1610, Galileo hace un descubrimiento capital: percibe tres estrellas pequeñas fijas en la periferia de Júpiter. Estos fueron los primeros objetos encontrados en orbitar un cuerpo diferente a la Tierra o al Sol. Después de varias noches de observación, descubre que son cuatro y que giran alrededor del planeta. Se trataba de los satélites de Júpiter llamados hoy satélites galileanos: Calixto, Europa, Ganimedes e Ío.
Con tanta imprudencia como entusiasmo, Galileo hizo públicos sus resultados aún sabiendo que contradecir la teoría geocéntrica podría llevarle ante la Inquisición por herejía. Poco antes de morir tuvo que retractarse y negar la verdad para no acabar quemado en la hoguera.
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