¿Cómo se sentiría si tuviera que usar musgo, piel de animal, harapos, papel de periódico o un cinturón menstrual durante sus períodos? Si le parece extravagante, lo es; al igual que los mitos más extravagantes aún de que las mujeres, durante sus períodos, deben permanecer recluidas en soledad, están sucias, pueden pudrir los alimentos o incluso ser devoradas por tiburones al nadar.
Sin embargo, recién hace más de un siglo se inventaron las toallas sanitarias desechables, cuando las enfermeras francesas trataban de controlar circunstancialmente las hemorragias excesivas de los soldados. Para finales del siglo XIX, comenzó a comercializarse la primera toalla desechable, pero fue tan sólo varias décadas después se convirtió en un artículo más práctico y asequible para las mujeres (si podían pagarlo).
Este importante invento mejoró el índice de asistencia escolar, sus medios de vida y oportunidades económicas. Sin embargo, aún hoy, pese a algunas iniciativas, las toallas sanitarias siguen siendo inalcanzables para millones de mujeres en situación de pobreza. Incluso las alternativas como el tampón y las opciones más ecológicas como son las toallas sanitarias de tela y las copas menstruales.
Muchos países gravan impuestos sobre estos artículos, segmentados incluso como artículos “de lujo”. Más allá del acceso a las toallas sanitarias, los períodos siguen siendo un tema tabú. En algunos países, el estigma y la discriminación en torno a la menstruación impide que las mujeres y niñas puedan acceder a espacios físicos como sus hogares, escuelas, lugares de trabajo o de culto.
La importancia de este invento se puede ver en el cortomentraje documental ganador del Oscar 2019, llamado: "Period. End of sentence" que muestra cómo en la India rural, el estigma de la menstruación persiste y las mujeres fabrican toallas femeninas en una nueva máquina para luchar por su independencia económica.
Fuente: ONU Mujeres