De manera similar a lo que sucedió con la aparición de la imprenta, la radio, la televisión y el teléfono, la Internet ha revolucionado la manera en que las mujeres y las niñas viven. Ya sea mediante sitios web, redes sociales, mensajes instantáneos o por correo electrónico, se han abierto nuevas vías para el activismo en línea, la generación de comunidad, las oportunidades laborales y el aprendizaje, la mayor toma de conciencia y el compromiso con los problemas que atentan contra los derechos de las mujeres; asimismo, todo ello permitió que las mujeres emprendieran negocios, iniciaran campañas políticas y mucho más.
Gracias a las redes sociales, con los movimientos provocados por #MeToo y #NiUnaMenos, así como por #TimesUp, entre otros, se han logrado exponer las desigualdades de género y la violencia contra las mujeres como nunca antes, y presionar en el funcionariado del ámbito público y privado para generar cambios.
Al igual que sucede con cualquier otra tecnología, la Internet tiene su faceta negativa: las desigualdades que existen fuera de línea, como la misoginia, el hostigamiento, el odio, el acoso y la trata, han logrado permear en línea. La desinformación en torno de los derechos de las mujeres amenaza con revertir los derechos conquistados.
Asimismo, para el 49 % de la población mundial que no tiene acceso a la Internet, la brecha digital coloca a los segmentos más pobres y vulnerables en desventaja, ya que no cuentan con las competencias adecuadas y la educación necesaria para sobrevivir en la economía actual de rápida evolución que posibilitó la tecnología. Atender esta grieta será fundamental en los próximos años.
Fotos: Freepik y katemangostar / Freepik
Fuente: ONU Mujeres