Hasta mediados del siglo XIX la fiebre de Oroya y la Verruga Peruana se consideraban dos enfermedades diferentes. Esto fue así, hasta que un joven estudiante de medicina de 28 años, Daniel Alcides Carrión, decidió inocularse sangre procedente de una verruga peruana. Él murió a causa de la fiebre de Oroya y demostró que ambas -la fiebre de Oroya y la Verruga Peruana- eran solo variedades distintas de la misma enfermedad. Su entrega y sacrificio fueron reconocidos inmortalizando su nombre. Así, desde hace hace más de 100 años a esa patología se la conoce como “La enfermedad de Carrión”, un mal casi exclusivamente del Perú y que ha dejado miles de muertes en su historia.
Este sacrificio del joven estudiante permitió empezar a conocer cómo evolucionaba la enfermedad, sus síntomas y consecuencias, pero aún estamos lejos de tenerla completamente controlada. En un contexto en el cual el mal aún persiste y en el que no se ha hecho lo suficiente para erradicarlo, hoy un grupo de investigadores peruanos retoma la investigación de la enfermedad de Carrión en busca de una vacuna y de mejores métodos de diagnóstico.
Este trabajo nos va a permitir consolidarnos como referentes en el estudio de la Enfermedad de Carrión; conocer mejor las vías de infección, la evolución de la enfermedad; así como avanzar hacia nuevos tratamientos, más oportunos y adecuados.Dra. Juana Del Valle Mendoza.
Investigadora Principal.
Lo que se sabe hasta ahora de la Enfermedad de Carrión es que en su fase aguda la alcanza una tasa de mortalidad similar a la del Ébola. Esa fase es justamente la que se conoce como fiebre de Oroya (debido al brote que en 1875 mató al 70% de los trabajadores de la construcción del tren entre Lima y La Oroya) y se caracteriza por la presencia de fiebre junto con anemia.
Sin tratamiento oportuno la letalidad es de entre 44% y hasta 88%, añadiendo a ello la posibilidad de infecciones oportunistas por la baja de defensas que provoca. Con tratamiento a tiempo la mortalidad disminuye hasta en un 9%. También puede tener una fase crónica en la que el paciente se vuelve semi-inmune pero genera verrugas rojas de diferentes tamaños por todo el cuerpo. Esa es la que comúnmente es llamada “verruga peruana”.
La enfermedad es producida por la bacteria Bartonella bacilliformis que es transmitida al ser humano por el mosquito hembra de la especie, Lutzomyia verrucarum. En las zonas endémicas se le conoce como manta blanca o titira y se sabe que al caer la noche sale a alimentarse de sangre humana. Se cree que tras picar a un infectado, el mosquito adquiere la bacteria que transmitirá al picar a un ser sano. No se contagia directamente de humano a humano, aunque existe la posibilidad de que se transmita a través de transfusiones de sangre infectada. La bacteria Bartonella bacilliformis lleva el nombre del científico microbiólogo peruano que la descubrió en 1905, Albert Barton.
Nuestra investigación permite diseñar estrategias para minimizar el impacto de esta patología. Así como una mejora en la gestión de recursos que debe traducirse en beneficios tangibles para la población en riesgo. De esta manera se pueden establecer tratamientos con un impacto directo en la calidad de vida de los habitantes.Dra. Juana Del Valle Mendoza.
Investigadora Principal.
Las zonas de mayor incidencia de la enfermedad de Carrión en el Perú son, según el Minsa (2014) y en este orden: Cajamarca, Ancash, Lima, Amazonas, Piura, La Libertad, San Martín, Lambayeque, Junín y Madre de Dios.
Este proyecto permitirá incursionar en técnicas de biología molecular mediante el intercambio de personal entre los grupos de investigación participantes y otros grupos de investigación externos que trabajan en el área de los llamados síndromes febriles. Nuestros jóvenes investigadores tendrán la capacidad de realizar entrenamientos en centros extranjeros que permitirán formar redes entre grupos de investigación que contribuyan con su formación científica.Dra. Juana Del Valle Mendoza.
Investigadora Principal.
La enfermedad de Carrión es una prioridad nacional y un problema de salud pública por la alta morbi-mortalidad que genera en la población de las regiones afectadas. Con esta investigación, los científicos buscan reducir las tasas de mortalidad así como permitir el diseño de una estrategia regional para el control de la enfermedad.
Un diagnóstico apropiado y oportuno permitirá que el personal de salud pueda brindar un tratamiento adecuado y eficaz al paciente, reduciendo costes sanitarios por hospitalización o tratamientos fallidos.
En las zonas rurales la afección por síndrome febril de algún miembro de una familia genera un desbalance económico, psicológico y social en el entorno familiar. Por este motivo es importante contar con un sistema adecuado para el manejo de esta enfermedad.Dra. Juana Del Valle Mendoza.
Investigadora Principal.
Carrión se adelantó hace 130 años, cuando viendo lo pernicioso de esta enfermedad decidió inmolarse infectándose de manera voluntaria. Escribió sus síntomas en un diario hasta los últimos días de vida: “He tenido un ligero malestar y dolor de la articulación tibio tarsiana izquierda que me molestaba la marcha”, apuntó el joven y entregado estudiante poco antes de sufrir fuertes calambres, fiebres con escalofríos y fuertes dolores que le impidieron seguir escribiendo. Cuarenta días después de inocularse entró en coma y murió el 5 de octubre de 1885, fecha en la que se celebra ahora el día de la medicina peruana en su honor.
Carrión dio los primeros pasos para que ahora nuevas generaciones de científicos avancen hacia la erradicación de esta enfermedad. Hoy es necesario incorporar profesionales que permitan abrir nuevas líneas de investigación básica-aplicada en las ciencias Biomédicas para mejorar la calidad de vida de todos los peruanos, tal como apuntala esta investigación.
Así es como en el Perú hacemos Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CTI) para el desarrollo del país.
Redactado por: Claudia Cisneros