Uno de los alimentos peruanos por excelencia es el frijol. Hay evidencias (Cueva del Guitarrero) de que los antiguos peruanos domesticaron el frijol Phaseolus vulgaris L. hace 7,600 años en los Andes orientales. De hecho, el bondadoso frijol se encuentra representado en gran cantidad de huacos, textiles y diversos objetos utilitarios de las culturas pre incaicas. Hoy el frijol es, entre las leguminosas, una de las especies más importantes del Perú y América Latina. Es la menestra de mayor consumo en el país a buena cuenta de su alto contenido en proteínas, lípidos, carbohidratos y minerales. Y su cultivo fertiliza los suelos.
El Perú produce y exporta diversas variedades de frijol. En los últimos años, las áreas de siembra con interés comercial se han incrementado significativamente para competir con exportaciones a otros continentes. Según el Ministerio de Agricultura, en 2012 la producción peruana de esta leguminosa fue de 87,9 mil toneladas. Pero la calidad y cantidad de la producción está limitada por factores como o el uso de tecnologías inadecuadas o las enfermedades que causan enormes pérdidas en el rendimiento. En ese sentido, un equipo de científicos peruanos busca estudiar y promover las bondades de los llamados inoculantes entre los agricultores para ayudar a sus cultivos de frijol a resistir.
Los inoculantes son bacterias y hongos microscópicos benéficos que se introducen en el suelo donde crece la planta, protegiéndola y haciéndola resistente a las enfermedades como la vacuna que inmuniza al hombre. Los inoculantes bacterianos corresponden al grupo de plantas clasificadas como PGPR (Plant growth-promoting rhizobacteria), mientras los hongos pertenecen a las llamadas micorrizas. Ambos tienen una gran capacidad para enfrentar los patógenos del cultivo del frijol, y estimulan el crecimiento vegetal mejorando su supervivencia.Dra. Doris Zúñiga.
Investigadora Principal.
El objetivo de este estudio es mejorar el manejo agrícola del cultivo del frijol y disminuir el uso de pesticidas y fertilizantes químicos que contaminan el ambiente y los alimentos, y que afectan la salud del agricultor y del consumidor.
El uso de las PGPR y micorrizas permitiría alcanzar un mejor rendimiento del cultivo y alimentos de mejor calidad, sanos e inocuos, dándole un valor agregado al producto y permitiéndole competir con otros mercados.Dra. Doris Zúñiga.
Investigadora Principal.
Para ello, se busca estudiar las interacciones entre el frijol, las bacterias PGPR y los hongos micorrícicos como herramientas biotecnológicas para controlar la proliferación de enfermedades del cultivo de frijol. El uso a gran escala de estos microorganismos, como biofertilizantes y biocontroladores, sería de gran beneficio para la producción sostenible del cultivo pues incrementa su rendimiento. También reduce los costos de producción al reemplazarse el uso de fertilizantes y fungicidas de origen químico protegiendo la vida en el suelo y la salud humana y vegetal.
Esta investigación beneficia, principalmente, a los agricultores de las zonas de Pachacamac, Lurín, Chincha y Arequipa, ya que se generará una alternativa económica de incentivo del cultivo, minimizando los riesgos de pérdidas de rendimiento por el ataque de fitopatógenos e incrementando el rendimiento. Esto revertirá directamente en un beneficio de la canasta familiar de los agricultoresDra. Doris Zúñiga.
Investigadora Principal.
Los investigadores planean también realizar cursos, talleres de difusión y de capacitación dirigidos a los agricultores, a estudiantes y al público en general.
Así es como en el Perú hacemos Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CTI) para el desarrollo del país.
Redactado por: Claudia Cisneros